En la montaña, caminando al lado de un río, por sendas que no se ven, por caminos encharcados, subiendo y bajando a cada momento, llegas al borde del precipicio y detienes tu marcha inquieta.
Con tranquilidad, con las manos dentro de los bolsillos, mirando al horizonte, contemplas el maravilloso paisaje que te rodea. Respiras profundamente mientras meditas en un instante eterno. Te sientes realmente como eres, es tu estado natural, y sientes la libertad plena dentro de tu alma inmensa.
Continúas caminando con decisión, desafiando al destino, mirando hacia adelante pero viviendo el presente intensamente y proyectando tu vida, poco a poco, paso a paso, de acuerdo a lo que piensas y sientes.
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