En el cruce aguardo inquieto tu llegada,
una silueta estilizada viene alegre a mi encuentro,
una sonrisa que enciende la mía,
un saludo amable y caminamos juntos.
Confidencias, impresiones,
palabras atentas y oídos que escuchan despiertos.
En la fría mañana de invierno cae la niebla,
una espesa y nostálgica niebla
que nos impide ver más allá,
más allá de la luz de nuestras miradas.
Envueltos en la mágica nube,
aislados de otras vidas y de miradas que observan,
nos abrazamos como siempre hemos deseado:
fundiendo nuestros cuerpos en un solo cuerpo,
juntando nuestros rostros y,
en un instante eterno,
los labios se derriten en un dulce beso
que electriza la mañana y disipa nuestras tinieblas.
En el cruce despido tranquilo tu partida,
una estilizada silueta se pierde a lo lejos,
un recuerdo grabado en mi memoria
ya no te olvida, para siempre.
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