Somos celtas, sin duda. Yo regresé a la vida hace años en La Coruña y desde entonces sigo naufragando, recurrentemente, en mis navegaciones internas envuelto en la brisa, la bruma y el gris húmedo de mis deseos inalcanzados.
He divisado la luz en la mirada de una mujer que, a modo de faro, guía mi barco a su encuentro, pero cuando siento que arribo a su lado desaparece, se esfuma, desorientándome de nuevo.
Por eso construyo sueños constantemente a la espera de quedar atrapado con ella en cualquiera de ellos.
Y ahora cierro los ojos y abro mi alma en la noche, confío que aparezca.
Baten olas ahí fuera y descansan las estrellas en medio de una noche oscura. Ya casi duermo.
Es junio y algo ha cambiado.
Escucho tu silencio mientras llega tu voz.
Buena noche en Cornualles, espero.
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