El tiempo, y por tanto la vida, pasa deprisa, casi sin darnos cuenta. Echamos la vista atrás y sentimos el vértigo y la nostalgia del pasado.
Ha cambiado mi vida en los últimos tiempos. Surgen dudas, temores, incertidumbres, e intento encontrar respuestas que le den un nuevo sentido. También sé que si puedo y quiero elegir es conveniente que elija el camino del corazón.
Ahora recorro los caminos que llevan al Oeste, a ese mágico lugar donde el sol baja cada tarde a descansar y se pierde en el horizonte. En algún momento, espero que en muchos, nos cruzaremos y, en silencio, nos miraremos a los ojos. Será suficiente para sentir la energía que, misteriosamente, nos une.
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