jueves, 7 de abril de 2016

El albornoz.


Sentada en la cama y envuelta en el albornoz, tras la ducha, secaba su melena con una toalla enrollada en la cabeza. En un momento de inspiración cogió el móvil y apuntó la cámara hacia el espejo del armario que tenía enfrente. Al instante sintió aflojarse el cinturón de algodón que rodeaba su cintura y escuchó el clic de la foto recién disparada. Buscó en la galería y encontró, con sorpresa, la imagen propia que jamás habría imaginado. Yo la recibí en unos segundos por Whats App y no pude resistirme a su belleza.

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