Mar era su nombre y triste su
mirada, heridas del alma todavía sangraban. Olas amargas, de infelices
recuerdos, a su orilla llegaban. Azul era su llanto y de sabor salado, dulce su
sonrisa en días soleados. Algunas noches de luna llena, ebria de luz, en sirena
transmutaba. Y allá adentro, en lo más profundo de su tristeza yo, en sueños,
la amaba.
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