miércoles, 14 de agosto de 2019

De frente


La vi venir de frente, a unos cincuenta metros, en la calle Victoria, junto al Palacio Real. Me llamó la atención su armonioso caminar y la belleza de su rostro en aquella calurosa tarde de agosto. Mi sorpresa, cuando me crucé con ella y la miré a los ojos, fue verla llorar y escuchar el lamento en su tono de voz hablando con alguien por teléfono, tal vez algún episodio de desamor. Me detuve, giré mi cuerpo y sentí cómo se alejaba con su dolor. A veces creemos que lo tenemos todo y la vida nos demuestra que no hay nada ganado para siempre.

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