Mientras amaneces, vestida de escarcha, yo iré preparando el café y las tostadas de aceite y miel. Te daré los buenos días, cómo cada día, envuelto en aromas de ensueño que te harán revivir. Despertarás con esa sonrisa callada, propia de ti, y con ganas de comenzar el día sin importarte qué día es.
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