Amaneció y la cafetera silbó con
fuerza. Bajo la sombra el camino es más llevadero en una mañana desértica. De
la mano recorremos calles vacías. Hay un museo donde te expones a mis miradas y
un árbol gigante que nos ve pasar. Unas cañas cerca del arco refrescan la
garganta y en Togo alimentamos el cuerpo. De regreso hay siesta, nacionalmente,
película y sofá. Habrá que bajar la basura, pasear de nuevo y tomar algo antes de
acostar. La noche será corta, pero dejará huella y recuerdos para nunca
olvidar.
Me inspiras a seguir la narración: Fue tu paciencia, no meter prisa, todo estaba bien porque ya estábamos juntos. ¿Qué más daba llegar a una hora u a otra? Darle importancia a lo que la tiene.
¿Pararse a comprar algo? ¿Detenerse
en el camino? ¿Tráfico en la carretera? ¿Sitio donde aparcar? … Nada es un
problema, o puede que tú no quieres que sea un problema y lo enseñas así.
Aprendemos al lado tuyo lo verdadero de la vida
Las horas en la playa, los baños
de agua y sal, los paseos por la orilla de una playa natural y el sol y el
viento rozando nuestra piel.
De vuelta, el sol tumbándose y la
música acompañando en un momento de ensoñación, donde la mente se imagina,
sueña que está lejos por caminos desérticos.
Anocheciendo en la cuidad,
desnuda por el verano de agosto, alimentamos nuestros cuerpos de forma ahumada.
Diferente, sin pena ni gloria.
Dispuestos a descansar nuestros
cuerpos después del día no sin antes acariciándonos y dejándonos llevar con
aviso y sin aviso.
Las tardes de domingo en la
ciudad desnuda por el Sol.
Siestas interminables donde los cuerpos apenan pueden despegarse, donde las ganas de hacer algo no vienen y donde una se deja acariciar por su amante, ese novio, marido, amigo, compañero y confidente. Donde en ese momento de trance los secretos más íntimos salen a la luz, donde se exponen hechos de una vida pasada que nadie conocía. Y así, abandonándonos a la sinceridad, una claridad se agolpa y ya cabalga en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Hay una nueva conexión, un nuevo lazo de unión de dos cuerpos cuando apenas llevan ocho meses de conocimiento mutuo.
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