Orillamar.

Orillamar siento el latido de mi corazón al ritmo de las olas.

Orillamar siento la pasión de mis sueños despiertos.

Orillamr siento el brillo dorado que ilumina mi vida.

Orillamar siento la esperanza que traen las olas.

Orillamar encuentro respuestas a mis dudas.

Orillamar me siento auténticamente libre.

Amigas del camino.

Nueve cabezas en círculo,

sueños en blanco y negro

 sobre hojas de otoño,

miradas sonrientes al cielo

buscan la luz del camino.

Nueve mujeres cómplices,

compañeras de sendas llanas,

unidas con el mismo objetivo:

encontrar respuestas abiertas

al final de nuestro camino.

Nueve vidas unidas

en fríos paisajes nublados,

compartiendo orujos y risas,

lluvias finas y charcos,

caminan alegres, sin prisa.

El perfume que inspiro.

Me dejo llevar por el rastro de tu perfume

y te encuentro escondida detrás de la puerta de mi memoria.

La abro y dejo al descubierto tu sonrisa complaciente.

Me miras, te miro y echamos a correr, aceleradamente,

huyendo del peso de nuestras sombras. 

Ya libres del reciente pasado,

y con nuevas sombras transparentes,

iniciamos juntos el recorrido

por las sendas de los sueños ardientes.

Fugaz.

Transitamos por vida dejando atrás una efímera estela que se disipa fugaz en el recuerdo.

En el bosque.

Perdido en el bosque intento encontrar pistas que conduzcan mis pasos hacia el horizonte, y aunque todos los árboles parecen iguales, como las personas, siempre hay alguno especial que me acompaña, libre de raíces, indicándome el camino de salida.

Bajo el árbol.

Bajo el árbol te refugias, encuentras cobijo y proteges tu cuerpo de las inclemencias de la vida. 

Te sientes árbol arraigada a tu tiempo, pero libre de raíces que amarren tus piernas a ningún sitio y a quien no te comprenda.

Un árbol en lo alto de la montaña de sentimientos que habitas y al borde del precipicio que separa un cielo dulce y luminoso, que en sueños vuelas, de la realidad oscura y amarga de ahí abajo.

Tomando la salida.

En algún momento debemos tomar la salida, abandonar carriles paralelos, para adentrarnos por terrenos inexplorados en busca de respuestas que nos ayuden a reconducir nuestras vidas. Salimos.  

Unos versos para ti.

Te envío unos versos de amor,

 versos que trae el viento

 envueltos en una brisa salada.

 Recuerdan momentos junto al mar,

 un mar inundado de emociones

 donde sentirte enamorada. 

 Déjate llevar por suaves olas,

 olas que mecen tu sueño de sirena inquieta

 en busca del faro que reoriente tu vida.

 Y si lo encuentras,

 allí estaré yo iluminando tu llegada

 con la llama inextinguible de mi atenta mirada.

Consejos de viento y luz.

Los cambios pueden resultar muy positivos.

Tienes piel de camaleón y seguro que te adaptas, bueno, al menos uno de los tres.

Todo llega en su momento, hay que dejar fluir los acontecimientos, no oponer demasiada resistencia y, poco a poco, todo va recobrando sentido, o quizás su "sinsentido".

Buscando la luz.

Busco tu presencia y la encuentro reflejada en cualquier sitio: en la lente de unas gafas, en la calma del mar, en las ventanas de mi memoria y en los lugares más insospechados. Porque, aun no buscándote, te encuentro a cada momento en mis pensamientos acompañándome en la aventura de estar vivos.

De regreso.

Regreso al pasado para instalarme en un futuro presente. Inicio la cuenta atrás: 5, 4, 3, 2, 1, y volamos. Un vuelo corto, a baja altura, intentando sobrevolar, a ras de la realidad, los obstáculos mentales que encuentro en las esquinas de mi tiempo. Y, de paso, mientras regreso despacio, pues la distancia mengua a cada paso, observo detenidamente las sensaciones que provoca mi marcha en anónimos espectadores. Miradas que reflejan mi vuelo en los espejos de sus rostros callados y atentos.

La duda.

La duda en ocasiones nos asalta y aquello que en principio estaba claro más tarde se oscurece.

En días soleados, espléndidos, de pronto llegan nubes, sin avisar, y nublan completamente el cielo sumiéndonos en un ambiente gris de recogimiento.

Sí, somos como el tiempo, variables: Nublados o despejados, fríos o calurosos, calmados o tormentosos. Pero nuestra suerte ya está echada y conocemos nuestro destino, a pesar de las dudas. Dudas que se irán despejando, desvaneciendo lentamente mientras avanzamos por el camino elegido. ¿O no?

¿Acaso lo dudas?

Cuando llegue el día.

Cuando llegue el día no estaré preparado ni atento,

pues será un día cualquiera,

como cualquier otro.

Al final del túnel.

‎"Al final del túnel, angosto y agobiante, que separa tu pasado incómodo y alienante de un presente libre y luminoso, estás tú".

 Sierra de Bernia.

Cuando llegue el día

Cuando llegue el día no estaré preparado ni atento,

pues será un día cualquiera, como cualquier otro.

Un día de primavera en invierno

 y florecerá mi sueño, inesperadamente.

Llegarás como siempre llegas a mi lado:

 discreta, sonriente, sin decir nada y diciéndolo todo.

Me mirarás a los ojos,

 te acercarás despacio, lentamente,

 sujetarás mi cabeza con tus manos,

 entreabrirás tu boca y besarás mis labios, tiernamente.

Cuando marche el día,

 el día de nuestro primer beso,

 ya no será un día cualquiera, como cualquier otro.

 Será un día de primavera en invierno

 y habrá florecido mi sueño, realmente.

Tiempo muerto.

Ascendemos a través del tiempo sin tiempo que perder, y lo perdemos. Perdemos el tiempo viviendo sin vivir, dejando pasar las horas muertas como cadáveres congelados hace tiempo, mucho tiempo. Y llegados a la cima, al ecuador de nuestras vidas, un punto medio indeterminado, miramos hacia el abismo y comenzamos el descenso sin tiempo que perder, no para llegar cuanto antes, sino para dilatar la llegada a la meta, al final de nuestro tiempo.

Ausente poema.

Como ausente,

fantasma entre paredes de colores,

deambulo en silencio,

callado,

de un vacío a otro,

sin expresar ninguna emoción,

ningún sentimiento.

Innecesario,

inútil de tanto desaparecer,

escucho el eco de palabras oscuras

que todavía resuenan en la bóveda de mi memoria.

Y continúo en silencio,

como ausente,

perdido en un tiempo muerto,

gris,

esperando un viento cálido de primavera

que arrastre la ceniza que cubre mi alma.

Sé que hace tiempo dejé de hacer falta aquí,

que mi presencia era innecesaria e hiriente,

pero me cuesta huir hacia adelante

dejando atrás las huellas de mi ausencia.

Conexión.

Como torres eléctricas alienadas en medio del campo, sin posibilidad de desplazarnos y reunirnos con otras, sentimos la conexión que nos une a través de los cables eléctricos que soportamos. Y cuando falla la corriente, el fluido eléctrico que nos magnetiza, conectamos sentimentalmente unas con otras para transmitirnos, inalámbricamente, las emociones que nos provocan los fenómenos meteorológicos, las estaciones del año, los cambios de paisaje y las aves que se posan en nuestras cabezas. Sí, al igual que vosotros, estamos conectadas: sentimentalmente y por cable.

Tu mirada.

¿Cómo describir tu mirada?

Esa mirada cálida, tierna,

distraída y un poco pícara que,

unida a tu sonrisa cómplice y complaciente,

llega directamente al alma.

Difícil describirla fielmente,

imposible detallar todos los matices

de una mirada infinita.

Prefiero sentirla,

con mis ojos enfrentados a los tuyos,

recordarla en todo momento,

 y tenerla a mi lado cuando estás ausente. 

A pesar de ser una mirada callada,

escondida detrás de tu mejor silencio,

logro escuchar e interpretar

 la dulce melodía que transmite.

Una mirada brillante,

colorida y aromática,

fresca y adormecida,

que sosiega mi espíritu

mientras gozo contemplándola.

¡Gracias por tu indescriptible mirada!

Torrencial.

Una avenida de aguas turbias,

 que arrastran tierra,

 baja impetuosa de la montaña,

 y un torrente de palabras desbordadas, la acompaña.

 Lluvia intensa e inesperada,

como de gota fría,

irrumpe en nuestras vidas

que, en apariencia, fluían tranquilas.

Un tiempo de reflexión y calma,

lodos al fondo precipitados

y amplios espacios abiertos,

aclara y purifica el agua.